cuerpo que me domina, transgrede. Mi propia cárcel del alma domina y ejerce con dictatorial bravura una inercia inasible, una matanza.
Corporeidad que domina pensamientos y hablas. Cuerpeada, enteramente doblegada por este fascista dolor de cabeza.
El miedo en cada célula, abrazada como enredadera parásita, tomando de cada músculo un sorbo vampiresco de vida. Dolor.
Allí, en la profunda sensación del destierro, del desierto sobre el control del cuerpo, con la paliza latiendo en las vertebras.
Sangrando a chorros. Un dolor que se esparse como el olor del basural, como temblores que destruyen edificios. Con la fuerza imparable de un tsunami que avasalla toda clase de bienestar físico o mental.
Un fantasma que susurra al oido el inminente pasaje a la pesadilla. Si era rosa, se acabó, se tornó de un negro morado, en un coágulo de oscuridad tenebrosa.
La panza, el centro de la corporeidad, bien cerca del corazón se retuerce, un torbellino de tripas y visceras pareciera conjugar un laberinto, y al centro un minotauro endemoniado desfila con sus atemorizantes dientes, no dejando al aire circular, asfixiando toda salida.
Mentruación bendita que me atosigas cada 26 dias,
espero que sea mañana de una vez por este mes.
1 comentario:
Oh,si...que así sea y lleguen otros 26 días de tregua.
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