lunes, junio 7

Tostadas Encima



Hacía mucho
que no lloraba con baba,
ni se me hervía la leche.


Llorar a puchero con cascada mocosa
es catártico y liberador.
Ahora, que se hierva la leche
es durísimo.

Implica desarmar la cocina,
y limpiarla
antes de que se endurezca.


Si se seca y las llamas ardientes,
constantes y azules,
la endurecen
se escribe un nuevo destino:
esponja de bronce, magistral -o cif-
y un océano de paciencia,
con chispitas de música, y flores,
seguramente.


Ahora me doy cuenta de que,
también,
se me quemaron las tostadas.
-si aquí cometí el pecado del dequeísmo,
lo siento,
no soy una fundamentalista de las letras,
sólo una usuaria del español-

Pero, ya de noche
hice dados con las tostadas quemadas
para la mejor sopa
de zapallo y zanahoria
de mi historia.