jueves, diciembre 13


No podría escribir un gran poema,

ni un soneto tibio.

Ni las nubes violetas de noviembre
ni la luna ausente en noche estrellada

pueden dar fe, en esta instancia,
de un ápice de emoción en la palabra.

Congelada, abstracta, flotando, plantada

en un cielo urbano, con estrellas contadas.

No vengo a traer versos, ni sueños colmados,


no tengo ni un poquito de objeción a mi pasado
ni tiempo concreto de observar el futuro.


Me encuentro a la vera de la verdad rotunda

con la más concreta de las incertidumbres.

Hay un generador de amor en los huesos:


¡tengo un hijo y un perro! 
Pero así como los grillos cantan su pesar
en las cañerías metálicas de mi patio
y su campaneo no resulta coqueto
ni armonioso
hoy no tengo versos 
ni poesía, sólo esta rara letanía
centrípeta, tormentosa, agotadora.

No puedo escribir un verso, ni un soneto
puedo apoyar los dedos en el teclado, 


y esperar con gracia postear algo,
lo que sea, 
hoy mismo. 

Sin falta, escribite algo.