Una vez que los ojos se limpian,
como el cielo tras la lluvia eterna,
-aquella de siete días y siete noches-
(¿si fuera menos atea sabria mas de ella?)
No viene el caso,
me divago como el agua
que se va entre las manos.
En el caos se ordena la mirada confusa,
(aunque a paso de tortuga con
ansiedades ahumadas)
arreglé mi placard,
re-acomode los muebles
Archivé los abrigos de otro invierno que se va.
La besé en la ducha.
Me disculpé por la bestia errante.
Mis plantas son una jungla
y como siempre la conclusión es la misma:
la sencillez es la llave,
simple y clave.
. del caos nacen las estrellas .