Me gusta mi asador, y sí, tendré que dejarlo como dejaré todo lo que este espacio me ha dado y quitado estos últimos dos años. Me voy despidiendo de él, prendiéndo fuego cada vez que sea innecesario hacerlo.
Yo hago terapia gestaltica, biodanza, digitopuntura y asados. Es terapia comerse un buen asadito, ni hablemos de hacerlo...
Por eso, los invito, porque por más paranoia que exista en este mundo, por más porquería en el que se haya convertido esta comunidad enrejada, este monstruo que hemos creado, aún así creo en el ser humano, y no me voy a encerrar en un departamento que no tenga plantas en la tierra y asador en el patio. No lo voy a hacer. No. No. Y allí también tendré mi asador ultra femenino, mi casita de muñecas para el kilo de vacío.
O, quizás, sea el momento de dejar ir ciertas cosas...
¿Usted qué me dice?