lunes, abril 4

San Glases

Abro los ojos y el cielo se ve rosa, mientras preparo el desayuno se nubla, hermoso, un lunes bienllevado. Trabajo con el placer de percibir que en cualquier momento las gotas empaparán el aire de olor a tierra mojada. Pero no, de repente el sol de otoño desgarra el telón nuboso, vuelan los pájaros, es abril, el mes de las canciones. Sus rayos acarician las alas abrigadas, y vuelan los sacos y camperas. Veo uno a uno pasar los transeuntes respirando la luz, pateando algunas hojitas primerizas. La gran ciudad mediterránea se derrite con las caricias amarillas del astro, y yo me paro en medio de la calle, pongo la baliza y me cuestiono: ¿hasta cuando, dios mío, seguiré sin anteojos de sol?